Juan Pablo Ramos P

En el mundo del emprendimiento, todos creemos tener un producto estrella, pero sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por el diferencial

Que percibimos de nuestros productos, antes de validar lo que el mercado realmente quiere.

Este es uno de los problemas más comunes que puede enfrentar cada emprendedor al querer posicionar sus bienes o servicios,

Por eso les dejaré 4 claves para que puedan conocer su oferta de valor antes de salir al mercado.

¿Qué necesidad quiero suplir?

Tener claro qué necesidad es la que buscamos suplir nos ayuda a entender la mente de nuestro comprador,

lo que pasa en el mercado y también la forma en la que se ofrecen productos y servicios que pueden ser sustitutos al nuestro.

Se debe entender qué ofrecen nuestros competidores para suplir esta necesidad,

Y así ver con claridad cuál es nuestro valor agregado y cuál es nuestra ventaja competitiva para ganar valor en el mercado.

Es común escuchar en las personas que “saben de emprendimiento y marketing”, que debemos crear “la necesidad” de nuestro producto o servicio.

Sin embargo, las necesidades hacen parte de la naturaleza de los seres humanos, nosotros no creamos la necesidad de comerte una hamburguesa doble con tocineta y queso cheddar,

Nosotros suplimos la necesidad de alimentarte con un producto.

El hacer que nuestro producto sea el indicado para suplir una necesidad se llama “deseo”,
Y la meta de nosotros como emprendedores es volvernos expertos en saber crear deseos.

Así que, si estás emprendiendo, piensas emprender o quieres identificar los valores de tu producto,
Hacerte esta pregunta te ayudará a encontrar infinitas posibilidades de hacer algo distinto para ser más competitivo.

¿Qué persona es la indicada para adquirir nuestro producto?

Cuando emprendemos queremos abarcar todo el mercado, nos visualizamos en menos de tres meses como
Steve Jobs y ver que nuestro producto lo usen todos, no te preocupes, es normal.

Todo lleva un proceso y en este debemos identificar quién es la persona ideal para comprar nuestros productos, si por ejemplo vendemos zapatos para fiesta, debemos preguntarnos

¿Qué tipo de persona es la que va a la fiesta?, ¿a qué fiesta va a ir?, ¿Cómo debe sentirse en la fiesta? Y aunque no lo creas, estas preguntas nos ayudan a perfilar nuestro mercado.

No es lo mismo vender zapatos de fiesta para niñas de 15 años, que vender zapatos de fiesta para mujeres de 30 años que salen de trabajar a tomarse una cerveza. 

Entonces, debemos identificar quién es esa persona ideal a la que nuestro producto puede serle útil y atractivo,
así enfocaremos nuestros esfuerzos en llegarle a los que de verdad pueden ser compradores potenciales.

¿Qué otros productos suplen la misma necesidad que los míos?

Sé que en muchos post habrás leído que “debes espiar a tu competencia” pero esto no es tan cierto,
el espionaje no es sano y hay una gran diferencia entre comparar y espiar.

La comparación entre tu producto y el de la competencia, nos ayudará a tener referentes de mejora y entender la mentalidad de nuestro cliente.

Preguntas como: ¿qué ofrecen ellos que nosotros no tengamos?, nos ayudan a mejorar la oferta.

Pero tengamos mucho cuidado, no conocemos internamente lo que los hace competitivos, probablemente es fácil percibirlo frente a la forma de comunicación.

Pero eso no quiere decir que si, por ejemplo, la competencia tiene el precio de su producto a la mitad del nuestro, no nos van a comprar.

Las comparativas te permiten afianzar tus valores competitivos y trasmitirlos a las personas correctas,
recuerda este consejo, el precio nunca es una limitante cuando la oferta de valor corresponde a lo que aspira nuestro cliente a recibir.

¿Qué nos hace diferentes?

Todos creemos antes de compararnos que somos únicos e irrepetibles, pero cuando nos comparamos con las marcas que hacen cosas similares a nosotros,
empezamos a cuestionar lo que realmente nos hace diferentes.

Existen tres tipos de producto dentro del mismo: el producto básico, el producto real y el producto aumentado.

Volvamos al ejemplo de los zapatos, el producto básico son los zapatos de cualquier estilo,
la posibilidad de ser tangible nos hace llamarlo producto básico por lo que todos los vendedores del mundo cumplen con este primer tipo de producto.

Ahora vamos al producto real, este tiene que ver con el empaque, la forma en que se distribuye, la marca,
la función que tiene cada par, en fin, todo lo que tiene que ver con los zapatos que no son propiamente el producto.  

En cuanto al producto aumentado, es eso que solamente tú le puedes brindar a tu cliente por comprar ese par de zapatos,
puede ser alguna causa social, o la sensación de superioridad económica por usar tus zapatos.

Todo lo anterior se debe tener en cuenta, ya que, empezar a identificar nuestros puntos diferenciales para hacer el mayor ruido posible,
es lo que nos hace diferentes en el mercado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.